DEPREDACIÓN DE BOSQUES EN GUATEMALA
Tala y fuego asedian bosques en Guatemala |
“Estamos frente a una tragedia”, dicen conservacionistas, quienes aseguran que hasta 95 mil hectáreas de bosques se pierden al año en Guatemala. La Reserva de la Biosfera Maya y el parque nacional Laguna del Tigre son dos de las víctimas del tráfico de madera y de narcóticos.
El patrimonio forestal de Guatemala, que incluye la Reserva de la Biosfera Maya --el bosque tropical más protegido de este país centroamericano--, puede tener las horas contadas.
Incendios forestales, actividades agrícolas y depredación amenazan el porvenir de los bosques, alertan conservacionistas.
Los intentos por hacer cumplir las leyes ambientales suelen ser repelidos a balazos, y más de un funcionario fue asesinado mientras investigaba el comercio ilegal de madera.
Según el Instituto Nacional de Bosques (INAB), Guatemala pierde 55 mil hectáreas de bosques cada año. Pero el consultor Edwin Garzona, del Centro de Acción Legal-Ambiental y Social (CALAS), estima que los terrenos deforestados anualmente podrían elevarse hasta 95 mil hectáreas.
“Nosotros sabemos que oficialmente son 80 mil hectáreas deforestadas cada año, pero agencias de cooperación internacional señalan que son 95 mil. Si sacamos un promedio de 85 mil hectáreas y hay una media anual de siete mil hectáreas reforestadas, entonces estamos frente a una tragedia”, advirtió Garzona en diálogo con Tierramérica.
“Esa proyección sería correcta si no se hicieran proyectos de reforestación y conservación de masa boscosa”, replicó a Tierramérica el gerente del estatal INAB, Luis Barrera.
La Reserva de la Biosfera Maya y el parque nacional Laguna del Tigre son dos de las víctimas del tráfico de madera y de narcóticos, para el cual se construyen pistas de aterrizaje clandestinas en estos ecosistema.
En el corazón del bosque maya, la Reserva de la Biosfera Maya, ubicada en el septentrional departamento de El Petén, fue creada con una extensión de casi dos millones de hectáreas.
El bosque maya comprende territorio de Guatemala, Belice y México, y constituye la segunda selva tropical más importante de América, después de la Amazonía sudamericana.
Laguna del Tigre, ubicado en el mismo departamento y con algo más de 48 mil hectáreas, fue incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional desde 1990.
Lo que se salva de la tala, corre riesgo de morir bajo el fuego. En lo que va del año, 577 incendios devastaron más de 20 mil hectáreas de zonas forestales, la mitad en El Petén.
Pese a ese panorama, el gerente de INAB apuesta a que “aún podamos rescatar la masa boscosa”.
Guatemala inició este año un inventario forestal del territorio, que cuenta con 3,8 millones de hectáreas de bosque. Además, la institución --con un presupuesto de 13,9 millones de dólares para este año-- implementa planes de manejo y conservación y un proyecto de incentivos forestales que permitió, en cinco años, reforestar 40 mil hectáreas, afirmó Barrera.
A estos esfuerzos se suma el programa de manejo forestal en las zonas de recarga hídrica, que logró reforestar 27 mil hectáreas en 2002, y proyecta 42 mil para 2003.
El Congreso legislativo declaró el 9 de junio pasado de “urgencia nacional y de interés social” las campañas de reforestación y urgió a varias instituciones del
Estado a ponerlas en práctica. Esas tareas deben centrarse “en áreas cuya degradación ambiental resulta evidente”, añadió la declaración parlamentaria.
Pero el resguardo de los bosques requiere soluciones de fondo, responde Garzona, de CALAS.
“La primera causa (de la deforestación) es el avance de la frontera agrícola por la búsqueda de nuevas tierras de labranza, el aumento de los asentamientos humanos y las invasiones”, sostuvo. Por tanto, se deben impulsar proyectos de diversificación y uso sostenible de los suelos, explicó.
“La falta de políticas claras” y el incumplimiento de las leyes ambientales “generaron un ambiente de total impunidad”, agravado por la escasez de recursos para operar instituciones responsables de perseguir delitos ecológicos, diagnosticó.
El jefe de la Fiscalía de Delitos contra el Ambiente, Héctor Flores, y sus colaboradores debieron repeler seis ataques armados entre 2000 y 2002, en el marco de operaciones para frenar talas ilegales en El Petén.
En el mismo periodo, dos funcionarios del INAB fueron asesinados en la caribeña ciudad de Izabal, mientras investigaban a traficantes de madera.
Barrera, del INAB, considera además que los programas de reforestación deben acompañarse de proyectos que vinculen a las comunidades con la preservación de los bosques.
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